El día en que decidí tomar mi examen,
entraron al mismo tiempo un grupo de muchachos que reconocí porque todos
formaban parte del mismo grupo de estudiantes en el campus. Recogí mi examen y
subí las escaleras para tomarlo. Al subir, me di cuenta de que estos jóvenes,
ya con sus exámenes en mano, no estaban subiendo. Pasaron tres horas, y una vez
que terminé, bajé de nuevo y vi a los hombres entrar por la puerta de atrás.
Ellos devolvieron sus exámenes y yo hice lo mismo. Al salir, mientras todos
caminábamos en la misma dirección, yo les oí reír. Me di cuenta de que se reían
de lo fácil que era recibir sus pruebas juntos, salir por la puerta de atrás,
ir a un salón en la biblioteca para contestar las preguntas, y volver a entrar de
la misma forma para entregar sus respuestas. Era una trampa muy fácil.
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Hace tan solo dos meses desde que terminó el
período de exámenes finales de la primavera llegó a su fin. En Middlebury,
tenemos la oportunidad, en algunas de nuestras clases, de escoger el día y la
hora en que queramos tomar los exámenes. Durante tres o cuatro días, hay tres períodos
diferentes durante los cuales nosotros los estudiantes podemos ir a un edificio
específico para tomar nuestras pruebas. Al llegar, firmas un papel con tu nombre
y la hora en que llegaste, y una persona le da si examen. Enseguida, subes las
escaleras y entras a un salón donde se sienta para tomarlo. Cada estudiante en ese
salón podría estar tomando un examen diferente, o al contrario, varios estudiantes
podrían haber planeado llegar al
mismo tiempo por así tomar la prueba simultáneamente.
La Universidad de Middlebury se enorgullece del
código de honor. En clases, en exámenes y en la universidad en general se usan este
código como parte fundamental de la institución. En cada tarea, ensayo, o
examen, es necesario que los estudiantes escribamos y firmemos una frase en la que aseguramos: “No
he dado, ni recibido ayuda no autorizada en este (examen, ensayo)”. Sería un sistema excelente si todos los
estudiantes lo respetaran. Yo encuentro interesante el hecho de que hay estudiantes
que pasan los cuatro años en la universidad sin nunca darse cuenta de la trampa
que hacen algunas personas. Lo opuesto también es posible, y un puede encontrar
se en clases en las que hay personas haciendo trampas.
Hoy en día, y particularmente en Middlebury
College, los estudiantes se sienten bajo presión todo el tiempo. La cultura
académica es intensa, y debido la presión hay personas que abusan del sistema, el
cual normalmente no presentaría problemas si el objetivo fue el aprendizaje en
vez de el esfuerzo de sacar notas perfectas. Esta mentalidad no existe en todos
los departamentos del mundo académico de la universidad, solo en algunos,
específicamente los departamentos de economía, ciencias políticos, y
matemáticas.
Queda sobreentendido que todos los
estudiantes de Middlebury fueron estudiantes muy buenos en sus propias escuelas
secundarias. No habría habido otra forma de ser sido aceptado en Middlebury.
Desafortunadamente, algo pasa cuando llegan y no pueden apreciar la verdadera experiencia
universitaria. Muchos sacrifican el presente y se enfocan en “el futuro”, y
para ellos ese futuro consiste de un solo objetivo: La nota final. Yo jamás me habría imaginado esto antes de
llegar a Middlebury. En cierta manera y
como escribí anteriormente, la manera en que la universidad implementa el
código de honor le facilita a ciertos estudiantes a hacer trampa: No se sienten
culpables, y sólo quieren sacar la mejor nota sin importar las consecuencias.
A mi modo de ver, el gran problema es que la
administración o no se ha dado cuenta de lo que está pasando, o han decidido no
hacer cambios en el sistema. La verdad es que el código no ofrece una manera de
controlar la trampa y el resultado es que los estudiantes que estudian mucho
raramente son los que reciben los premios académicos, pues los que hacen trampa
muchas veces sacan la mejor nota.
La cultura intensamente competitiva de
Middlebury ha transformado el significado de aprender. De alguna manera los estudiantes tienen que querer
aprender, envés de encontrar formas de hacer la menor cantidad de trabajo y buscar la mejor
nota. Si el código de honor cambiara, creo que esta cultura cambiaría también.
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